Novello, Antonio (1886 - 1964)
Nació en San Quirino (Pordenone, Italia) en 1886. Viajó con sus hermanos a Argentina y se radicó ya adolescente en Concordia, (Entre Ríos), donde colabora en una farmacia regenteada por su hermano. Recaló en Córdoba en 1904 y se introdujo como corresponsal gráfico de los diarios La Tribuna y El País de Buenos Aires en 1914. Su actividad es contemporánea en gran parte a la de los fotorreporteros Juan Di Sandro (1898-1988) radicado en Buenos Aires en 1914 y a José La Vía (1888-1975), quien llega con seis años a la ciudad de San Luis en 1894. Los tres vienen de la misma patria: Italia. El primero, de la zona de los Abruzos, trabajó desde joven y de manera exclusiva, para el diario La Nación y, como asociado al Foto Club Argentino, expuso allí sus obras. Utiliza como herramienta de trabajo, entre otras, la cámara Spido Gaumont que Makarius (cuando se refiere a Di Sandro) la describe así: “rápida, obediente, reacciona a la más suave insinuación del maestro y capta la deseada imagen en la fracción de un segundo”. [1]
Por su parte, José La Vía nació en Sicilia y fue corresponsal de los diarios La Nación y La Prensa y de las revistas Caras y Caretas y PBT, entre otras. Obtuvo su primera cámara a magnesio en 1907 “cuando el advenimiento del colodión húmedo y más aún con la llegada de las placas secas ya preparadas al gelatino bromuro de plata”. [2] Simultáneamente a su oficio de reportero, instaló su estudio fotográfico en la casa familiar de la calle Colón 850, frente al mercado de esa ciudad puntana como lo publicita en un aviso del 2 de septiembre de 1911 en el diario La Reforma. [3] Al igual que Di Sandro, participó y obtuvo premios en concursos con sus obras. Entre 1922 y 1925 se radicó con su familia en la ciudad de Buenos Aires. [4] Muere en abril de 1975 con 86 años en San Luis, ciudad que dejó perpetuada en 35.000 imágenes obtenidas durante más de setenta años de trabajo. [5]
Antonio Novello debió entrar a trabajar en el diario La Voz del Interior entre 1918 y 1922 cuando ese medio gráfico tenía sus oficinas en 9 de julio 69. [6] El diario (que se había originado en 1904) tuvo su primer domicilio en la calle San Martín hasta 1908, cuando se muda a la calle 9 de Julio. En 1927, al demolerse este inmueble para levantar el cine General Paz, se traslada a Alvear casi esquina Rosario de Santa Fe hasta 1933, cuando ocupó el edificio —aún en pie y abandonado— de la Avenida Colón 37.

Diario La Voz del Interior, frente de la casa de calle 9 de julio en un día de escrutinio, 17 de marzo de 1926.

Diario La Voz del Interior, frente de la casa de Avenida Colón 37, durante el sepelio del diputado socialista José Guevara asesinado en Barrio Güemes, 3 de octubre de 1933.
Hasta la década de 1980 mantuvo esa dirección, aunque ya sus talleres ocupaban depósitos más apropiados en el barrio de Alta Córdoba. La siguiente secuencia de imágenes revela la importancia que tuvo la dirección de la calle Colón, que aún hoy sigue siendo parte del imaginario urbano.

Diario La Voz del Interior, 5 de diciembre de 1930.
Si el recuerdo de su nieta es certero, debieron pasar casi 10 años para que la pasión por la cámara de Novello se destacara en el mencionado diario. Un primer registro de su presencia es de enero de 1927, en el cual se identifica su firma en la nómina de empleados que colaboraban para una colecta con motivo de la muerte del colega Elías Blanco. Esta pérdida debió ocasionar la publicación del aviso de setiembre del año anterior que solicitaba “un fotógrafo competente para este diario”. El reconocimiento de Novello debió llegar en 1927 y una serie de anuncios notifican su presencia. Por ejemplo, la Guía Comercial y Profesional cita a Novello como “encargado de la información gráfica del diario y—agrega-atiende pedidos de fotografías publicadas y trabajos en general del ramo. Alvear 38. Tel 4551”. [7] Debió ser un contrato fuera de lo común para la época, expresa Luis Piamo, [8] ya que no tenía relación de dependencia, situación que le permitió mantener su comercio particular, seguramente, el que difundió en el mismo medio gráfico. También se hizo conocer con solicitadas curiosas al dirigirse al público lector para que notifique cualquier necesidad de contar con los servicios de un fotógrafo. Y así se expresa el aviso del 5 de diciembre de 1930:
Llamados Urgentes para los fotógrafos de “La Voz del Interior” Antonio Novello encargado de la Sección Gráfica de LA VOZ DEL INTERIOR agradecerá la cooperación del público cuando sea necesaria la presencia de un fotógrafo del diario. Por reuniones políticas, sucesos policiales, demostraciones, fiestas o cualquier acontecimiento de interés general. Llame a cualquiera de los teléfonos de La Voz del Interior o al N° 4571.

Diario La Voz del Interior, 5 de diciembre de 1930.
Una de las tantas fotografías que fueron respuesta a este incisivo aviso.

Frente de fotografía de un grupo de médicos en el Hospital de Clínicas. El primero de pie a la izquierda es Carlos Rossetti, recibido en 1935. Colección Adela Rossetti Biffignandi.
En La Semana (semanario de corta duración), todas las fotografías publicadas en los cuatro ejemplares están firmadas por Novello y allí promociona su arte con estas palabras: “Le interesa!! Si usted desea tener un recuerdo de su enlace o de una reunión social, solicite con anticipación los servicios del fotógrafo A. Novello. [9] Pero, recién en una entrevista en la redacción del diario del 23 de septiembre de 1933, se menciona la presencia de Antonio Novello como jefe de fotógrafos. Actuación que se repite en el sello al reverso de una foto de los años 30, que dice “La Voz del Interior, Antonio Novello, Jefe de Fotógrafos, Córdoba”.


Retratos de Antonio Novello con su cámara Spido Gaumont. ca.1940 /1950. Gentileza Familia Novello.
Por ser freelance, sostenía por su cuenta los costos del oficio, la movilidad, el combustible y los sueldos a los colaboradores, quienes son recordados por su hijo Carlos: Oscar Natale, los hermanos Rafael y José Ramírez, Miguel Osuna y José Caruso. [10] En la década del 30, integraron el plantel sus hijos Carlos y Juan López. El primero entró a trabajar a los 16 años en 1931 y Juan conformó el plantel también desde muy joven, aunque se retiró un tiempo prolongado y volvió en 1981. [11] Carlos asume la función de su padre al jubilarse en 1958. Al retirarse en 1980, Antonio Carrizo le sucede en el oficio, quien reconoce en su maestro, Carlos Novello, la pasión heredada de su padre. [12]

Parte del plantel de fotógrafos contratados por Antonio Novello en una cancha de futbol. Novello a la derecha y Pedro Sánchez a la izquierda con la cámara Spido. Gentileza de la familia Novello. ca.1930

Publicidad de Feigin Hnos. publicada el 10 de febrero de 1935 en La Voz del Interior, Foto firmada por Antonio Novello.
Su hijo Carlos detalla la actividad de su padre en varias entrevistas: “Era el único empleado de La Voz del Interior, contratado, sin papeles, que se hacía cargo de los vehículos, material, empleados y las cargas sociales. Era un empresario”. El equipo de fotógrafos —sigue recordando Carlos— debía estar atento a capturar la primicia, que los llevaba a viajar a cualquier hora, en algunos casos, a caballo hacia lugares inhóspitos del interior provincial para graficar las secuelas de un ciclón, de un accidente ferroviario, etc.

Fotografía de Novello junto con un colega. ca.1930. Gentileza familia Novello.
Al mismo tiempo debían cubrir las novedades del mundo del espectáculo, del deporte, de la salud, de la educación y también la instantánea callejera.

Diario La Voz del Interior, procesión de la Virgen de la Merced, 25 de septiembre de 1934.
No había dentro del plantel un reportero especializado en un tipo de noticia —recuerda Carlos— cualquiera podía estar en los diversos escenarios, captando la primicia para el medio. “Se obtenían 10 tomas y se publicaba solo una foto en las páginas del diario; el proceso de revelado se hacía en el mismo diario y la ampliadora era un tarro de 20 litros de kerosene, nosotros preparábamos los líquidos, las drogas. Los negativos se archivaban en el diario, tarea de la cual me encargaba, al guardar las placas en cajas acomodadas por fecha”. [13]
En este sentido vale acotar que, si bien para 1930 se habían popularizado cámaras más livianas (las preferidas por los reporteros); empero, como vemos en la mayoría de los retratos de esta colección, Novello siguió operando con la cámara Spido Gaumont. Esta cámara trabajaba por medio de un mecanismo especial de manera fácil y rápida, permitiendo la obturación de once registros en sus placas emulsionadas de 9 x 12 cm. Quizá, al no usar rollos de película en los años de la Segunda Guerra Mundial y ante las restricciones impuestas, pudo contar con vidrios caseros para obtener sus fotos. Sin embargo, su hijo cuestionaba las ventajas de la Spido, diciendo “que no tenía velocidad, y que su padre llegó a usar la Contaflex, de 35”, máquina a cortina con mucha velocidad, apropiada para el deporte”. Esta se fabrica en los años 1950- 1960.
Entre las 8.500 placas de negativos de vidrios 9 x 12 cm, una caja hace referencia a lo que alguien clasificó como “Vendedores ambulantes, Cirujas, basureros, mendigos”. Otra escrita con la categoría “Trabajadores”, entre ellos ladrilleros, panaderos, bomberos, empleados de comercio. [14]

Diario La Voz del Interior, 28 de julio 1934. Estas fotografías fueron tomadas por el equipo de Novello, ya que el negativo del changarín está resguardado en el Centro de Documentación Audiovisual de la Universidad Nacional de Córdoba.
Pero, en el universo de las placas resguardadas, las que priman son aquellas de contenido político, situación que se atribuye a la agenda setting del periodismo en general, donde la “noticia dura” ocupa mayor espacio en las páginas y se convierte en la más captada por los fotoperiodistas. Estos cubrían los distintos escenarios y momentos de la visita y actividad de un presidente, de un candidato presidencial o de cualquier hombre público, quienes eran acosados por la prensa gráfica. En este sentido, las 35 placas que cubren la llegada de Agustín P. Justo a Córdoba el 15 de setiembre de 1935 es un ejemplo, entre tantos. No todas fueron reproducidas en las páginas de la prensa, ya que atravesaban un nuevo proceso de selección para adaptarse a las cláusulas impuestas por la agenda y las rutinas del periódico.[15]
Esto pone de manifiesto la importancia de contar con un archivo de negativos, en tanto permite estudiar la segunda selección que subyace en los medios gráficos: se elige una toma, o un recorte de esta, obtenida por un reportero que ya ha impuesto su propio filtro de la realidad. Así, para el cierre de la campaña presidencial de Marcelo T. de Alvear en Córdoba entre los días 7 y 8 de agosto de 1937, se obtuvieron 36 fotos, siendo que no todas se reprodujeron en las páginas del diario.
Estas fotografías escenifican la llegada del candidato a la estación del Ferrocarril Central Argentino. La foto muestra en pose a las autoridades provinciales y luego la multitud en el andén, cuando el fotógrafo hizo foco en el rostro de Amadeo Sabattini, gobernador de la provincia. Más tarde la desconcentración de la multitud por el actual Boulevard Perón, acompañando a la comitiva del candidato —montado en un vehículo— siete cuadras por la calle Entre Ríos para llegar al Hotel Plaza, frente a la Plaza San Martín. La imagen humanizada del líder corresponde a la captura de la escena donde Alvear habla con alguien del público y lleva en su mano derecha con guante un ramo. Ya en el hotel, desde un balcón, el fotógrafo puede obtener las imágenes de los tres oradores, Honorio Pueyrredón, Enrique Mosca y Marcelo T. de Alvear que, desde un balcón contiguo, se dirigen a sus correligionarios. Otras fotos, posteriores seguramente, muestran el acto proselitista en la Plaza General Paz, una gran bandera es portada por mujeres con sombreros blancos. El pedestal de la estatua, balcones y azoteas se convierten en privilegiados miradores para el acto radical.
Este acervo de memoria visual materializado en 8.500 placas de vidrio de 9 x 12 cm, que hoy se resguarda en el Centro de Documentación Audiovisual de la UNC, tuvo un largo derrotero que aquí se sintetiza. Luego de que Novello se jubilara en 1958, el archivo se trasladó a su casa particular. El hecho de haber trabajado freelance le permitió quedarse con la propiedad de las fotos. A los años, ayudado por una de sus hijas, expurgó la colección tirando los “desechos” a la vereda. Novello fallece el 22 de septiembre de 1964.

Fotografía de Antonio Novello en su laboratorio. ca. 1940. Gentileza de Yolanda Novello.
La foto puede corresponder a uno de sus últimos laboratorios, como aquel ubicado en la calle San Jerónimo frente al Banco de Córdoba, “en donde está el hotel Nogaró —dice Félix Vices Lencinas, colega del diario Los Principios—, quien lo recuerda como gran retratista y el alma mater de los fotógrafos de Córdoba”. [16] Otra posibilidad es que se trate del estudio de la calle Santa Rosa 435 que ocupó durante esos años, según la Guía telefónica de 1948 y el testimonio de David Malik de Tchara. La propiedad de Santa Rosa 435 (entre las calles Sucre y Jujuy) que había comprado el doctor Malik de Tchara a David Carreras en 1936 fue ocupada por los consultorios de este y por Novello. Las palabras de David describen el inmueble: “A Novello, mi padre le alquiló toda la casa, salvo las dos primeras habitaciones continuas sobre la medianera oeste que correspondían la primera sobre la calle al escritorio de mi padre y la segunda a la Sala de Rayos X, camilla, etc. La sala principal estaba sobre la medianera este y la usaba Novello. Los ámbitos de uso compartido eran el zaguán de ingreso, por el cual se accedía a una sala de espera, agregada por mi padre y recién él y su familia podían llegar al primer patio y al resto de habitaciones de la casa chorizo. Novello debió dejarla (no quería abandonarla, pues los alquileres estaban paralizados en su monto por ley). Pero al desplomarse el cielorraso de una de las habitaciones y haber grietas en las otras, la Municipalidad la declaró inhabitable y luego se demolió”. [17] Posiblemente de Santa Rosa al 400 trasladó su estudio y a su familia a otra propiedad de la calle Santa Rosa 2108, como lo corrobora el sello de otra fotografía.
De este universo de registros fotográficos, se reprodujeron en una publicación aproximadamente 100 imágenes, estructurada en cuatro capítulos que dan espacio a la cobertura de los diferentes tipos de noticias. [18] Allí también se relatan en dos acápites los trabajos de conservación de este acervo y el desarrollo del fotoperiodismo moderno en Córdoba y principalmente del diario La Voz del Interior. Las palabras del investigador de la fotografía argentina Luis Priamo, en la presentación del libro el 28 de abril de 2005, dimensionan el trabajo de estos primeros fotoperiodistas y realzan la tarea de las autoras y de aquellos que resguardan la memoria visual.
Además este libro es retomado por Verónica Melloni en su muestra «Archivo inmemorial», donde la artista relata cómo la presencia de la fotografía de su bisabuelo, Antonio Novello, atraviesa su producción artística. Dentro del marco de “Bajo el lente…”, propuesta de la Agencia Córdoba Cultura en 2020, Verónica comparte algunas páginas del libro mientras narra sus experiencias artísticas.
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